El aumento de la actividad física se asocia con una mejora en la calidad de vida, una reducción de enfermedades cardiovasculares y de mortalidad por todas las causas en la población en general.
Entretanto, la actividad física aguda, del momento, aumenta el riesgo de eventos cardiovasculares adversos o la muerte súbita cardiaca encima de los niveles de reposo.
Es decir, la actividad física a largo plazo disminuye los riesgos, la del momento los aumenta (pero ese aumento es muy bajo, un promedio de una muerte por cada 100.000 horas de ejercicio)
La incidencia de eventos cardiovasculares en adultos es extremadamente baja durante e inmediatamente después de la actividad física en general, siendo significativamente menor en aquellos que hacen ejercicio hace mucho tiempo (y mayor en los sedentarios !).
El mayor riesgo aumenta con la edad y con la intensidad del ejercicio.
En la mayoría de los casos relacionados con muerte súbita, una enfermedad del corazón oculta está presente y la muerte súbita es el primer síntoma, aunque hay muchas veces síntomas previos como dificultad para respirar, molestias torácicas, mucha fatiga o “indigestión”, palpitaciones)
El desafío importante sigue siendo la identificación de una enfermedad del corazón oculta y problemas hereditarios, que son los que aumentan las probabilidades de muerte durante el ejercicio.